
Que situación tan extraña la del avión.
Con un manto envolviéndonos a un montón de desconocidos. Nos encontramos encerrados. Cada uno intenta liberar la mente de maneras extravagantes y diferentes, con tal de sobrepasar verde, azul, marrón, gris, negro y blanco. Llegar al paraíso del que provienen o visitan y, como cerdos del matadero, salir de este metal blanco para que todo quede como un mal sueño del que apenas te acuerdas.
Vendrá Chihiro a salvar y abrir las puertas de lo que será nuestra libertad y partida al mundo real. Dejaremos de lado esta neblina que nos inunda los ojos y no nos permite mantener los pies en la tierra.
Cegados en este trance, la antena no nos sirve. Cada uno libra el tiempo a su manera, siempre controlados por un supremo.